El concepto de exclusión social es un concepto multidimensional y multifactorial, lo cual hace difícil su definición. Aun así podemos decir que la exclusión social no es un estado sino un proceso  que afecta a cada persona  de forma diferente dependiendo de su potencial individual y su contexto social.

En el proyecto Habitando trabajamos, junto con los/as participantes en el mismo, para mejorar la situación de exclusión social y residencial extrema en el que estas personas y familias viven de forma cronificada en el tiempo.

Una de las áreas de la vida que consideramos más importantes, en la que apoyamos a las  familias que participan en el proyecto  es la educativa. Esta área se trabaja tanto con adultos como con menores, pero en esta entrada nos vamos a referir especialmente a los/as menores y a su situación respecto a su educación y formación.

En cualquier proceso educativo o de enseñanza/aprendizaje  se deben reunir una serie de elementos que facilitan el mismo. Podemos nombrar como principales: el educador o educadora, al educando, la comunicación entre ambos, el contenido y el medio ambiente o contexto. Si fallan alguno de estos elementos será más difícil que la persona pueda recibir una educación adecuada, significativa y satisfactoria.

Nos encontramos que los menores en riesgo y/o exclusión social presentan un riesgo de abandono escolar y repetición mucho mayor que el que hay entre menores con familias que tienen más recursos socio-económicos. Hay multitud de estudios que avalan esta brecha educativa. Si nos basamos en los realizados por la Fundación Secretariado Gitano, ya que la población que participa en nuestro proyecto es en su mayoría de etnia gitana, podemos decir que  6 de cada 10 menores no concluyen la educación obligatoria, una brecha que empieza a dibujarse en primaria.

Descubrimos diariamente en el proceso de acompañamiento con las familias las dificultades que encuentran los/as menores desde que inician su andadura en el sistema educativo formal. A continuación vamos a detallar algunas de ellas:

  • Dificultades de acceso a la educación y formación por la distancia y/o la falta de medios para desplazarse a los centros educativos.
  • La falta de acceso a suministros básicos (agua y luz) dificultan en muchas ocasiones la asistencia de los menores en adecuadas condiciones higiénico sanitarias.
  • Falta de descanso por la inadecuación de la vivienda y los espacios para dormir, ya sea por la falta de mobiliario básico o por la falta de protección ante el frío, calor y otros fenómenos meteorológicos.
  • Recursos económicos bajos o inexistentes que imposibilitan una adecuada nutrición para afrontar correctamente la jornada escolar.
  • Privación o inadecuación de un lugar físico donde realizar sus tareas escolares debido al hacinamiento y/ o a unas condiciones de inhabitabilidad de la vivienda.
  • Falta de apoyo para realizar las tareas escolares en casa, debido al analfabetismo o a un nivel muy bajo de formación de sus progenitores.
  • Ausencia de referentes en el entorno cercano que les motiven a valorar y desarrollar su proceso educativo.
  • Prejuicios de los/as compañeros/as y de los/as profesores/as debido a su procedencia étnica y/o situación social y económica.

Aunque hemos resaltado todas estas dificultades, pues deben ser analizadas y tenidas en cuenta, creemos que la apuesta y el compromiso de todos/as (familias, comunidad educativa, profesionales de la acción social y servicios públicos, voluntarios/as etc.) es la clave para que estas dificultades no sean un punto y final si no un muro a derribar. Esta creencia nos sigue motivando para apoyar a los/as menores y buscar recursos conjuntamente que logren convertir esta herramienta que es la educación en una oportunidad para salir de la exclusión social y residencial y romper así con el círculo que encierra a estas familias en la misma situación generación tras generación.

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